
Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la XXXIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (1996)
Pero nuestras comunidades necesitan creer aún más en la importancia que reviste la propuesta de los múltiples proyectos de vida cristiana y de las funciones eclesiales, ministerios y carismas, suscitados por el Espíritu en el transcurso de los siglos y reconocidos como legítimos y auténticos por los pastores de la Iglesia. También ahora, cuando la sociedad se transforma rápidamente y en profundidad, en las comunidades de los creyentes, la propuesta cristiana debe superar todo tipo de resignación pasiva y dar con confianza y valentía sentido pleno a la existencia mediante el anuncio de la presencia y de la acción de Dios en la vida del hombre.
Hoy, frente a los desafíos del mundo contemporáneo, se necesita mayor audacia evangélica para realizar el compromiso de promoción vocacional según la invitación del Señor a pedir insistentemente obreros para la difusión del reino de Dios (cf. Mt 9, 37-38).
… La Iglesia debe manifestar su imagen auténtica en el esfuerzo diario de fidelidad a Dios y a los hombres. Cuando realiza esa misión con profunda armonía, viene a ser el terreno propicio para el nacimiento de opciones valientes de compromiso sin reservas en favor del Evangelio y del pueblo de Dios.