San Juan Pablo II: «No seas como el joven rico que se quedó con sus riquezas y su tristeza»

Mensaje del Papa Juan Pablo II para la XXVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

 

Dirijo un pensamiento especial a los jóvenes que frecuentan las escuelas católicas, teniendo presente también a toda la juventud cristiana, llamada a la elección valiente de fe, sea cual sea el tipo de escuela que frecuenta.

 

A vosotros que tenéis la posibilidad y la suerte de crecer en una escuela inspirada cristianamente os digo que la vuestra es una situación privilegiada. La Iglesia empeña fuerzas pastorales preciosas en vuestra escuela y precisamente por esto necesita vuestra colaboración. Enriqueced vuestra inteligencia con el estudio crítico y profundo de las diversas materias. Esto robustecerá vuestra fe y os facultará para dar un testimonio cristiano más eficaz frente al mundo. Aprended de vuestra escuela aquella integración entre fe y cultura tan difícil de conseguir en un ambiente social no siempre penetrado de valores cristianos. Aprended, sobre todo, a realizar una síntesis constructiva entre fe y vida.

 

Encontraréis muchas propuestas de vida cristiana en el ambiente de vuestra escuela, ciertamente más que en otra parte. Está en vuestras manos no dejar que se pierdan, antes bien acogerlas en un terreno bien dispuesto para que den frutos saludables. Abríos a la oración y a la Palabra que alimenta la fe; ejercitaos en el ejercicio de la caridad; colaborad en las iniciativas de servicio, especialmente en favor de los «últimos». Sed testigos de Cristo frente a vuestros coetáneos. De este modo fortaleceréis vuestra vida de creyentes, seguros de comprometeros en una causa grande y podréis sentir mejor la voz del Espíritu Santo. Y si esta voz os llama a un amor más elevado y generoso, no tengáis miedo.

 

¡Animo, jóvenes! ¡Cristo os llama y el mundo os espera! Recordad que el reino de Dios necesita vuestra entrega generosa y total. No seáis como el joven rico que, invitado por Cristo, no supo decidirse y permaneció con sus bienes y con su tristeza (Mt 19, 22), él, que había sido interpelado por una mirada de amor (Mc 19, 21). Sed como aquellos pescadores que, llamados por Jesús, dejaron todo inmediatamente y llegaron a ser pescadores de hombres (Mt 14, 18-22).

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