Boletín septiembre 2021

FORMACIÓN – MÉTODO PARA HACER LA ELECCIÓN, P. E. BUSUTTIL, S.J.

Conviene que el joven se ponga delante de Jesús Crucificado y recapacite con toda seriedad para qué le ha creado Dios. Que pondere bien la primera frase del catecismo: “Dios me ha creado para amarle, servirle y salvar mi alma”.

Que escriba en un papel:  

1) ¿Qué ventajas encuentro en la vida religiosa para conseguir este fin mío? Naturalmente, ha de considerar también sus circunstancias de vida, su carácter, etc.

 2) ¿Qué desventajas encuentro en la vida religiosa para conseguir este fin mío?

Después tome otro papel donde anotará las ventajas y desventajas que encontrará para conseguir el fin supremo quedándose en el mundo.

Pensando y orando encontrará bastantes cosas que poner en el papel. Después, junto con su Padre espiritual, hará el balance de las ventajas v desventajas y conforme a éste decidirá. Se cae de su peso que este balance no ha de ser simplemente numérico sino moral. Algunas veces una sola desventaja puede anular todas las ventajas y viceversa. Este método es muy útil para los que se encuentran en el período de tranquilidad y de calma o para los que no se sienten atraídos o inclinados hacia ningún estado de vida en particular.

En cambio, para los que ya desean la vida religiosa pero que, no obstante, deben hacer la elección por las razones arriba indicadas, este método no será tan apto. Para éstos bastará que escriban con sinceridad cuáles son las razones que los mueven a desear el sacerdocio o la vida religiosa. Por la lista que hagan se podrá ver si tienen o no recta intención y consecuentemente si la vocación viene de Dios y es verdadera o si es fruto de razones e intereses humanos y por consiguiente no verdadera.

Para utilidad de unos y otros damos una lista de motivos sobrenaturales y buenos por los cuales se puede desear y escoger la vida religiosa. Estos motivos pueden considerarse también como ventajas que se encuentran en la vida religiosa.

A) MOTIVOS QUE TOCAN A MI UTILIDAD ESPIRITUAL

1) Estoy seguro de salvar mi alma: Se está alejado de los peligros y tentaciones del mundo. Existe la promesa de Jesús: “Recibiréis el ciento por uno en esta vida y después la vida eterna”.

2) Se está casi libre del pecado mortal: Veamos cómo San Bernardo describe las ventajas espirituales del religioso: “Vive más puramente, cae raramente, se levanta prontamente, muere confiadamente, se le libra del purgatorio más prestamente y es remunerado más abundantemente”. Podemos decir con seguridad que un buen religioso fácilmente puede pasar toda su vida sin cometer un pecado mortal.

3) Se llega a la perfección: El religioso está en un estado que tiende continuamente a la perfección, la busca y la procura por todos los medios. La Iglesia aprueba las reglas de las Órdenes religiosas para decir que, quien las observe, con seguridad alcanzará la perfección.

4) Se alcanza fácilmente la santidad: Perfección vivida en heroísmo. Aquel obedecer siempre negando la propia voluntad, aquel vivir siempre sujetos a una Regla, a una vida común, haciendo siempre lo que gusta a los demás, mortificando todo deseo propio, convierte al religioso en un héroe escondido. Después vienen las ayudas espirituales: una dirección espiritual constante, una sólida y robusta formación ascética, una abundante dosis de oración, lecturas espirituales, pláticas y conferencias ascéticas, frecuentes visitas al Santísimo; en una palabra, se vive en la misma casa con Jesús, el cual está siempre a nuestra disposición.

5) Quiero vivir únicamente por los bienes eternos, que son los únicos que estimo: Para algunos sería una terrible humillación, un imperdonable contrasentido vivir para las cosas de la tierra. Tienen sed de los bienes del espíritu, ven que sólo éstos pueden saciar el corazón, y la consecuencia es que conciben un verdadero desprecio del mundo y ven que trae cuenta el vivir únicamente para los bienes del cielo.

6) Tengo miedo del infierno: No se trata de cobardía o de vileza sino de un sentimiento santo que no se tendría sin una verdadera gracia de Dios y que ella sola es capaz de hacer Santos.

7) Haré una muerte santa: Del religioso se puede decir: “Beati mortui qui in Domino moriuntur”. Ha vivido para Dios, muere en El y por El, sus obras hechas únicamente por Dios y por las almas les seguirán

8) Se vive una vida espiritualmente organizada: el religioso hace una vida regulada por un horario que periódicamente le trae el anuncio de una nueva obra que ha de hacer por Dios

9) Está uno cierto de que hace siempre la Voluntad de Dios: Eso se obtiene por medio de la obediencia. E1 superior religioso, en virtud de su autoridad, me representa a Dios, y lo que me dice que haga, ciertamente es la voluntad de Dios a menos que no se trate de algo pecaminoso. Este privilegio únicamente lo gozan los religiosos.

10) Felicidad de la vida religiosa: “Los religiosos son felices en esta tierra porque saben que después de la muerte los espera Dios, el premio”. La felicidad no sólo es una respuesta a la esperanza en el futuro sino a la gozosa realidad del presente. Proviene de la certidumbre de la amistad con Dios, de la compañía de religiosos santos, de la mortificación, de la pureza y de un complejo de cosas que dan al religioso una juventud espiritual.

11) Quiero hacer una vida de sacrificio y de renunciamiento: No hay señal más clara y segura del amor a Dios. Es preciso decir con claridad que la vida religiosa es un paraíso, una alegría, una gracia, pero sólo para los que la quieren vivir en serio, entregados a la cruz de su deber y a la observancia exacta de sus Reglas. El que entra en la religión por este motivo difícilmente perderá la vocación.

12) Quiero vivir una vida de pureza: Muchos ven que, en el mundo, llevar una vida de pureza es casi imposible, y entonces vuelven su mirada a la casa religiosa donde se cultivan esos lirios del Señor y donde todo respira pureza y limpieza de corazón.

13) Aumentaré mis méritos: Es incalculable el cúmulo de méritos que se vuelcan sobre el alma de un religioso en un solo día de vida de religión.

14) Viviré en compañía de almas buenas: Los religiosos encuentran una ayuda eficacísima para su vida espiritual hallándose rodeados de almas llenas de amor de Dios, de deseos de perfección, de buena voluntad, de ayuda mutua para ser siempre mejores a los ojos de Dios.

15) Belleza del sacerdocio: El sacerdote, ministro de Dios, que ofrece al Altísimo el divino Sacrificio por la salud de la humanidad; el sacerdote que absuelve, bautiza, reparte el Pan de Vida, asiste en la última agonía; el sacerdote que aconseja, consuela, ayuda, bendice en nombre de Dios; el sacerdote que a través de los siglos renueva la presencia visible de Cristo en el mundo es un ideal capaz de fascinar a todo corazón deseoso de vivir una vida útil y llena.

16) Me uno a Dios con los tres votos: Tres cadenas de oro que unen a Dios, que redoblan los méritos, que nos hacen los predilectos, que nos imposibilitan felizmente de volver atrás y nos obligan casi a perseverar. Nos transforman en los voluntarios de primera línea que siguen al Maestro a donde El vaya.

17) Tendré una formación seria y profunda: No es un motivo que debe despreciarse. Tener una luz esplendente, un guía seguro, una preparación seria y sólida para escalar el monte santo de la vida espiritual, no es cualquier cosa.

18) Tendré muchos sufragios cuando muera: Cuando muere un religioso, sus hermanos en religión piensan en los sufragios por su alma.

ORACIÓN DE S. JUAN PABLO II POR LAS VOCACIONES

Padre bueno,
en Cristo tu Hijo
nos revelas tu amor,
nos abrazas como a tus hijos
y nos ofreces la posibilidad de descubrir
en tu voluntad los rasgos
de nuestro verdadero rostro
.

Padre santo,
Tú nos llamas a ser santos
como tú eres santo.
Te pedimos que nunca falten
a tu Iglesia ministros y apóstoles santos
que, con la palabra y los sacramentos,
preparen el camino para el encuentro contigo
.

Padre misericordioso
da a la humanidad descarriada
hombres y mujeres que,
con el testimonio de una vida transfigurada
a imagen de tu Hijo,
caminen alegremente
con todos los demás hermanos y hermanas
hacia la patria celestial
.

Padre nuestro,
con la voz de tu Espíritu Santo,
y confiando en la materna intercesión de María,
te pedimos ardientemente:
manda a tu Iglesia sacerdotes,
que sean valientes testimonios
de tu infinita bondad.

¡Amén!

https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/messages/vocations/documents/hf_jp-ii_mes_28111998_xxxvi-voc-1999.html

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